Eric Zajac representó el patrimonio de una joven que viajaba como pasajera en un automóvil conducido por un amigo. El vehículo había sido diseñado y equipado con un arnés de hombro y un cinturón de regazo que no estaban integrados, lo que significa que aunque el arnés de hombro se enganchaba automáticamente cuando el ocupante cerraba la puerta, el cinturón de regazo tenía que asegurarse manualmente. El cliente era una niña de 11 años sentada en el asiento del pasajero delantero. La información mostró que el fabricante sabía que los ocupantes, especialmente los jóvenes, eran propensos a ignorar u olvidarse del cinturón de regazo manual y confiar solo en el arnés de hombro. Esta confianza adormece al usuario con una falsa sensación de seguridad, porque una colisión frontal puede hacer que el ocupante se «hunda» debajo del arnés del hombro, lo que puede provocar lesiones fatales en el cuello. Un sistema de cinturones de seguridad integrado resuelve el problema de ignorar u olvidarse del cinturón de regazo manual. El caso se resolvió por una suma confidencial.
Los términos y condiciones específicos del acuerdo son confidenciales.